Seguramente alguien se
habrá sentido como yo en este momento: un diminuto puntito en el universo, prácticamente
estático, donde muchos de aquellos que me son importantes giran a mi alrededor con un futuro incierto.
Me siento como una observadora
que asiste impotente a los
acontecimientos que van sucediendo a la gente que yo más quiero, incluso a los
sueños que construimos en común y que la vida parece empeñarse en ir
desmoronando poco a poco.
La tan manida crisis económica
es el eje principal de los avatares de muchos ellos, los problemas de salud
el de los otros. A veces me siento cansada y me derrumbo, triste, impotente,
con la amarga sensación de no saber que hacer para
tender una mano útil... Luego reacciono y pienso
que no tengo derecho a sentirme abatida, que si alguien tiene algún derecho a pedirle cuentas a la vida y
a enfadarse con ella, es la gente que
verdaderamente está sufriendo en sí misma los problemas y las dificultades.
Pero lo cierto es que mi
entorno y yo somos la misma cosa y, en la distancia, no soy un puntito rodeado
de estrellas, sino que somos un único organismo vivo en todos los sentidos, como una galaxia en la que aquello que ocurre en uno de sus
extremos afecta a todo cuanto existe en
el otro.
Y es así como el difícil
día a día de unos dificulta también mi día a día, y el incierto futuro de otros convierte en incierto mi futuro.
Un futuro incierto que
todos tenemos siempre, desde el momento en que nacemos. Un futuro que, a veces,
nos parece perfectamente estructurado y sólido, pero que no es más que una estúpida
y errónea visión de la vida que, sin previo aviso, es capaz de dar un giro de 180 grados en un
solo instante.
Sé lo que tengo en este
momento, sé donde está cada persona a la que amo y sé como se siente. Conozco cada cosa que yo tengo, cada libro de
mi biblioteca, el teclado de mi ordenador, y las ventanas por donde puedo asomarme cada día a
ver el atardecer.
Pero no puedo olvidar
nunca que cualquiera de esas cosas que ahora tengo, tal vez mañana, o dentro de un
instante, hayan cambiado de lugar o ya no existan..
Lo único que nos queda es valorar aquello que tenemos en este momento,
disfrutarlo y agradecerlo profundamente, y seguir confiando en la Vida porque, de la misma manera que de un plumazo nos arrebata aquello que más amamos y nos
dificulta el camino hacia adelante, también nos abre otras puertas y nos colma
de regalos y sorpresas hermosas.
Llegado al punto en que me
encuentro en este instante, tan solo me queda confiar en que por las ventanas abiertas a la Vida de la gente que amo, ella seguirá entrando a raudales, de una manera u otra, que seguirá dejando su estela de luces y de sombras, y que algo nuevo ocupará el lugar de lo que perdieron.
Y seguir agradeciendo que, al fin y al cabo, esa galaxia de la que formo parte, aunque un tanto aturdida, sigue girando en espiral por el universo, viva y luminosa.
Y seguir agradeciendo que, al fin y al cabo, esa galaxia de la que formo parte, aunque un tanto aturdida, sigue girando en espiral por el universo, viva y luminosa.