Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena. (M. Gandhi)


Nadie comete un error mayor que aquel que no hace nada porque solo puede hacer un poco. (E. Burke)


Dirán que andas por un camino equivocado si andas por tu camino. (A. Porchia)


DESDE LA GALAXIA A LA QUE PERTENEZCO...


Seguramente alguien se habrá sentido como yo en este momento: un diminuto puntito en el universo, prácticamente estático, donde muchos de aquellos que me son importantes giran a mi alrededor con un futuro incierto.

Me siento como una observadora  que asiste impotente a los acontecimientos que van sucediendo a la gente que yo más quiero, incluso a los sueños que construimos en común y que la vida parece empeñarse en ir desmoronando poco a poco.

La tan manida crisis económica es el eje principal de los avatares de muchos ellos, los problemas de salud el de los otros. A veces me siento cansada y me derrumbo, triste, impotente, con la amarga sensación de no saber que hacer para tender una mano útil... Luego reacciono y pienso que no tengo derecho a sentirme abatida, que si alguien tiene algún derecho a pedirle cuentas a la vida y a enfadarse con ella,  es la gente que verdaderamente está sufriendo en sí misma los problemas y las dificultades.

Pero lo cierto es que mi entorno y yo somos la misma cosa y, en la distancia, no soy un puntito rodeado de estrellas, sino que somos un único organismo vivo en todos los sentidos, como una galaxia  en la que aquello que ocurre en uno de sus extremos afecta  a todo cuanto existe en el otro.

Y es así  como el difícil día a día de unos dificulta también mi día a día, y el incierto futuro de otros convierte en incierto mi futuro.

Un futuro incierto que todos tenemos siempre, desde el momento en que nacemos. Un futuro que, a veces, nos parece perfectamente estructurado y sólido, pero que no es más que una estúpida y errónea visión de la vida que, sin previo aviso, es capaz de dar un giro de 180 grados en un solo instante.

Sé lo que tengo en este momento, sé donde está cada persona a la que amo y sé como se siente.  Conozco cada cosa que yo tengo, cada libro de mi biblioteca, el teclado de mi ordenador, y las  ventanas por donde puedo asomarme cada día a ver el atardecer.
Pero no puedo olvidar nunca que cualquiera de esas cosas que ahora tengo, tal vez mañana, o dentro de un instante,  hayan cambiado de lugar o ya no existan..

Lo único que nos queda es  valorar aquello que tenemos en este momento, disfrutarlo y agradecerlo profundamente, y seguir confiando en la Vida porque, de la misma manera que de un plumazo nos arrebata aquello que más amamos y nos dificulta el camino hacia adelante, también nos abre otras puertas y nos colma de regalos y  sorpresas hermosas.

Llegado al punto en que me encuentro en este instante, tan solo me queda confiar en que por las ventanas abiertas a la Vida de la gente que amo, ella seguirá entrando a raudales, de una manera u otra, que seguirá dejando su estela de luces y de sombras, y que algo nuevo ocupará el lugar de lo que perdieron.

Y seguir agradeciendo que, al fin y al cabo, esa galaxia de la que formo parte, aunque un tanto  aturdida, sigue girando en espiral por el universo, viva y luminosa.