Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena. (M. Gandhi)


Nadie comete un error mayor que aquel que no hace nada porque solo puede hacer un poco. (E. Burke)


Dirán que andas por un camino equivocado si andas por tu camino. (A. Porchia)


Vacaciones “en crisis”


Con el bolsillo casi vacío, este año he vuelto a quedarme sin viaje de vacaciones, pero he sacado todo mi arsenal de cosas maravillosas que podía hacer sin apenas moverme de casa y que me permitió disfrutar de unas semanas que calmaron mi necesidad de “desconectar” y  recargaron mis viejos motores de andar por la vida.

Volví al agua, agua, agua, agua... Y volví a sentirme libre con cada brazada, con cada bocanada de aire cuando emergía del fondo.
Yo, que soy mujer de tierra, de bosque, de árbol y de flores; de aroma a romero y a tierra mojada, de mariposa y de libélula; del canto del búho, del autillo, de los grillos y del ruiseñor... 

...Yo, que soy esa que aprendió a caminar posando con firmeza los pies sobre la tierra, soy también aquella que pierde todos los sentidos cuando se sumerge en al agua, cuando deja de ver la línea clara del horizonte, desorientada entre azules cristalinos; cuando agita sus pies sin tocar fondo, cuando avanza sin aferrarse a nada, sin puntos de referencia, sin escuchar más sonido que el del aire entrando en sus pulmones y su alegre borboteo cuando emerge.
Y, después, retomar el sentido con la caricia del sol tostando mi piel, cálido y suave, mientras tiritaba empapada de agua y de verano sobre la hierba o sobre la arena.

Mi verano me trajo también noches llenas de estrellas fugaces compartidas con mis amigos y un bocadillo de tortilla. 

Noche de San Juan
Me trajo risas al atardecer, sueños verbalizados en las madrugadas, y la magia de una noche de San Juan junto al fuego y el agua, intercambiando sentimientos, emociones y sortilegios de esperanza, arrojando al agua las cenizas de lo que ya vivimos y a lo que no queremos seguir aferrados, y diseñando nuevos caminos que recorrer, con nuevos horizontes que descubrir.

Mi verano estuvo lleno de paseos, en soledad o con mis amigos,  en la mañana, a la caída del sol  y a la luz de la luna; perdidos por verdes senderos, por la orilla de los ríos, por la arena del mar o por las calles de la ciudad.

Y me trajo libros cargados de historias que hice mías, y de poemas cuyos versos repetía mirando al infinito.


Paz Ahora. Sevilla
Y lo cerré, simbólicamente, con un grito de paz silencioso, emitido por cientos de antorchas iluminando el cielo, compartido con gente que, como yo, sigue pensando que el mundo puede cambiar si, previamente, lo cambiamos en lo más profundo de nosotros mismos.

He vuelto a sentirme privilegiada, más que nadie. He vuelto a sentirme mimada por la vida, abrazándome a cada instante de luz que me ha regalado, a cada instante de paz, de alegría, de libertad y de amor.

He vuelto a sentirme privilegiada por haber aprendido, de verdad, a ser consciente de todo ello y por haber desarrollado este sentimiento tan enorme de gratitud hacia la vida, y la maravillosa capacidad de aprender a reconciliarme con ella después de mis momentos de oscuridad, de tristeza o desaliento.

Mi bolsillo estará  en crisis, pero en mi alma atesoro tantas riquezas que harían falta mil cuevas de Ali Babá para guardarlas