Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena. (M. Gandhi)


Nadie comete un error mayor que aquel que no hace nada porque solo puede hacer un poco. (E. Burke)


Dirán que andas por un camino equivocado si andas por tu camino. (A. Porchia)


A ver si "me desatranco".

Hace días que me siento frente a una página en blanco sin saber que escribir, la miro y cierro el programa del ordenador sin haberle dado ni a una sola tecla.
Cuando una persona escribe, como yo, solo lo que siente, y lo hace en aquellos momentos en que “se le escapa” por la intensidad de la emoción, el hecho de no escribir me lleva a preguntarme qué es lo me pasa: ¿acaso no siento nada últimamente?

Es evidente que el corazón no para, que las emociones están ahí pero, por algún motivo que se me escapa, no consigo encauzarlas ni darles forma en mi mente para plasmarlas.

Una amiga -que anda más o menos como yo- me decía el otro día “a ver si me desatranco”. Me gustó esa expresión, porque pensé que era una buena manera de definir nuestros estados de ánimo: “atrancadas” .

Durante unos días vivo encerrada en mi caparazón, es cierto. Y dedico todo mi tiempo libre a hacer cosas que me absorben totalmente. Evito pensar en otra cosa que no sea el trabajo que estoy haciendo y me guardo muy pocos momentos para mí misma, para dejarme llevar.
Supongo que será un mecanismo de defensa para que la tristeza que estoy sintiendo desde hace un tiempo se vaya adormilando un poco, y mi mente no se vaya por derroteros que no quiero pisar.

La ausencia de Raúl, el proceso que ha seguido durante toda su vida y la manera en que nos ha dejado, está siempre ahí. Sigue ocupando la primera plana de este diario de información con noticias de última hora que es mi vida.

Cada noche salgo a la terraza de mi casa y pronuncio su nombre en voz alta, muchas veces, mirando al cielo. No sé si busco que me oiga o, sencillamente, igual que hacían lo egipcios, pienso que es una manera de mantenerlo vivo en este mundo que ha dejado.

No suelo hablar de él, me lo guardo para mí. Supongo que es lo mismo que estarán haciendo muchos de los que lo querían. Cuando uno expresa sentimientos de este tipo, hay un trueque inmediato de palabras. Si hablas de ausencia, te dicen que él sigue ahí; si hablas de tristeza, que recuerdes su sonrisa; si te preguntas por qué, es porque era su hora; y siempre acabas escuchando que, seguro, está en un lugar mejor.

Sé que todo eso es cierto, lo sé. Pero nada de eso hace que el sentimiento de ausencia, de vacío, se vaya. Y solo me consuela pensarlo en silencio y mirar hacia el cielo y pronunciar su nombre.

Se también, que esto forma parte de la vida y hace ya tiempo que lo asumí y acepté, pero no puedo evitar seguir añorándolo, y sigo encontrando muchos sinsentidos, más sinsentidos que nunca, en muchas de las cosas que escucho y veo cotidianamente, por mucho que me digan y me diga a mi misma que la vida continúa.
El dolor se hace mas suave y llevadero, afortunadamente, pero la añoranza y la sensación de vacío siguen otro proceso, un poco más lento.

Por ahí andamos. Como dice mi amiga, a ver si “me desatranco”.